
exhibición:
He aquí la fuente eterna del arte: a un hombre se le presenta una forma que desea ser fijada. Esta forma no es producto de su alma, es una aparición de fuera que se le presenta y le reclama su fuerza eficiente. Se trata de un acto esencial del hombre; si lo realiza, si con todo su Ser dice la palabra primordial a la forma que se le aparece, entonces brota la fuerza eficiente, la obra nace.
El acto envuelve un sacrificio y un riesgo. El sacrificio: la infinita posibilidad inmolada en el altar de la forma. Será menester arrasar todo lo que hasta ese momento aparecía en la perspectiva. Nada de ello penetrará en la obra. Así ha de ser por una exigencia de exclusividad. El riesgo: la palabra primordial sólo puede ser dicha por el Ser entero; quien se decida a decirla nada puede reservar de sí. La obra no tolera, como lo hacen el árbol y el hombre, que yo me aparte y descanse en el mundo del Ello; pues es la obra la que manda. Si no la sirvo bien, ella se quiebra o me quiebra a mí.
No puedo ni conocer por la experiencia ni describir esa forma que se me aparece; sólo puedo realizarla. Y sin embargo, la contemplo espléndida en el radiante brillo de lo que me confronta, más clara que toda la claridad del mundo empírico. No la contemplo como una cosa entre las cosas "interiores", ni como una construcción de mi "fantasía", sino como la presencia. Si se le aplica el criterio de la objetividad, esta forma no tiene existencia. Mas, ¿qué hay que sea tan presente como ella? Y la relación en la que me encuentro actúa sobre mí como yo actúo sobre ella.
Actuar es crear; inventar es encontrar; dar una forma es descubrir. Al crear descubro. Introduzco la forma en el mundo del Ello. La obra producida es una cosa entre cosas, una suma de cualidades; es, entonces, experimentable y descriptible. Pero a quien la contempla y la crea, ella puede algunas veces reaparecérsele en la plenitud de su forma corporizada.
—¿Cuál es, entonces, la experiencia que uno puede tener tener de Tú?
—Ninguna. Pues no se puede experimentar.
—Entonces, ¿qué se sabe del Tú?
—Todo o nada. Pues no se sabe nada parcial a su respecto.
Martin Buber
Yo y tú